martes, 21 de julio de 2009

VISITA AL PASADO DE ARMERO



En las vacaciones de mitad de año del año pasado tuve la oportunidad de abordar un viaje de tres días, junto con mi mamá y la familia de su amiga hacia el pueblo de Guayabal, llegamos a este pequeño pueblo bajo un sol abrasador en horas de la tarde.


Después de caminar unas cuantas cuadras llegamos a una casa típica del pueblo, allí la amiga de mi mamá y su familia se dedicaron a abrazar a sus familiares con gran cariño pues hacía tiempo que no los veían, nos acogieron gratamente y descansamos y nos abroquelamos bajo el techo de esta casa del sol ardiente.



Para abreviar esta historia, al otro día en la mañana un pequeño taxi nos acerco a un pequeño pueblo llamado Armero del cual había oído hablar en las noticias, el cual había sido destruido a causa de una gran avalancha y que el símbolo humano de este suceso fue la abrumadora muerte de la niña Omaira, pero hay una gran diferencia entre escuchar e imaginar lo que sucedió y estar en este lugar en persona. Pues al ver lo que quedo de Armero, uno queda absorto porque se siente en el ambiente un aire de nostalgia por las ruinas de algunas casas, la iglesia y la plaza de Armero, y sobre todo por la cantidad de profundos mensajes escritos en paredes y piedras que trajo esta avalancha que lo invitan a uno a abstraerse de la realidad e imaginarse el sufrimiento vivido por quienes murieron y por quienes quedaron.




Pero para mí lo más abrumador, fue conocer la tumba de Omaira Sánchez, pues allí la gente ha depositado a través del tiempo una gran cantidad de regalos, como peluches y rosarios, esperando a cambio un milagro de ella en sus vidas.
Pero el paso de los años ha permitido que la vegetación crezca de nuevo, haciendo que el lugar sea más tranquilo y agradable y por lo tanto permite recordar esta tragedia con menos dolor.

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